viernes, 17 de mayo de 2013

LVII (El Papa Francisco llora a Videla)

Aquel sudamericano de barba de caca
aceleraba irremisiblemente hacia el abismo.
Su barba, su cobijo y su ruina mora.
"Te amo a culo dentro, te amo..." gritaba
gritaba a  monjas verdes de pena. Pero dejémoslo.
Corramos el velo histórico.

.-.

En un almacén de discotecas, la multa
tejió tamaño transatlántico continuo. Casi
drogada en la planta, casi usted rasguña en mi parte
trasera: es usted un diámetro interior inviolable.
Derrapaba sangre en la planta; su nombre era
Sombrero. Jugaba partidos de casa ácidos.
Una verruga de preocupación le hacia de momia
o madre de alquiler en aquella granja en Chamán de
Oca.

¡Prisa al espectáculo!

Fermín Jeremías la estrella dio vuelta a la marea
de arlequines una raza mundial de domingo.
Sin el miedo y la danza perdiendo sus colas,
cargue su ropa. Dispare.
El ser agente parece ser un trabajo del ciruelo,
pero con su propio manojo.Una de sus
fuerzas era poder pensar
en los pies en un estallido de Punjabi, en una
melodía obligatoria.
Quisiera algún día intentar mi mano a duro,
poder aseverar que el camarón antártico
era alcalde capaz, que el parque perdió sus
notas antes del discurso, antes de que brille mis
zapatos de plancha Primavera.
Últimamente me encojo incluso
para Poder General.

Ayer por la mañana, por la calle, bajo lluvia horizontal
mi vagabundo me gritó dos secretos hedientos de vino:
"En la sencillez está la cultura" y
"En el cine está la manera".
Trabajadlos.

Cuando amaneció en mí
no tuve que pensar más.

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