miércoles, 6 de enero de 2016

LXXVI

Nuestra gente vive en una lavanderia plegable,
es asiática y grita que la maten en directo
lanza cuervos al campo de vidrio,
y escupe a los niños, igual que haría cualquier otro chino.

"Nos lo quedamos todo", gritaba
"los diez vagones del tren", gritaba
"la pistola de tu abuelo y la garra de oso negro", gritaba
"nos quedamos también a los perros y al pájaro-pollo", gritaba.

La respiración de los niños blancos cae así en las carreteras
como caerían un par de perlas bajo el agua,
sus jóvenes padres se desnudan en cenizas,
y los seis días siguientes levantan robles, serbales, fruta.

¿Cuáles serán mañana nuestros fantasmas...?
Creemos dar lo recto al mundo aparente,
nunca pedimos nada a cambio de no ofender
y, ¿qué sentimos?: arroz y productos hereditarios.

Occidente se encargará de perder tanto sus estómagos sensibles
con balas de alambre enrollado,
como el alambre de enfardar
enrollado alrededor de los débiles bloques que son sus hijos.

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