jueves, 16 de noviembre de 2017

XC

Seguirá aquí cuando tú y yo ya no estemos,
segirá moviendo el agua de nuestra infancia
y nuestro recuerdo seguirá fluyendo en él
aunque se seque,
aunque lo cubran de tela.

Junto a él sueño con tu madera clavada en mi pecho,
deseándola aún sabiendo que me ahoga
y deseando algún día poder caminar tranquilo
sin este peso que me oprime al despertar
desde dentro y desde fuera.

Sueño que tus bordes pasan por mis bordes
y en mi te confundes
y en ti me pierdo
y en ti me sumerjo
y conmigo te pierdes...

Ahora sigo los pasos que hace un mes dejó mi Maestro
pero antes de cada quiebro echo atrás la vista
y miro a este río que nos unió,
mi pequeña rama,
que ni eres mía ni eres de nadie,
esperando verte en la corriente
de nuevo bajo los hilos del sol, entre otras ramas
con tus hojas brillando al mundo
si no en ésta, en la siguiente vuelta del camino.

Y voy despacio por el banco de arena,
pero corren los días
y no sé si acelerar el paso hasta él
o plantar mi tienda junto a la orilla
para esperar que tú me alcances flotando
¿pero cómo estar seguro de si llegarás?,
¿cómo estar seguro de si estás viniendo?

Pronto estaré en Iliria,
¿seguiré allí esperando que me quieras como te he querido?,
¿o llegar a hacerlo como sabía que lo haría
durante el camino que no estamos haciendo juntos?,
¿durante la noche que aún no pasamos?
¿Y por qué tarda tanto en escampar esta lluvia?
¿Por qué cada día más en salir mi Sol a la mañana?
¿Por qué aún más en volver la Luna
si no te tengo en mis manos?

Pero yo sigo seguro. Lo sé, lo siento.
Él me pediría que me observase
y sosegadamente me preguntara cómo puedo estarlo tanto.
Pero tantos son los símbolos que se han dado
y se han repetido de forma tangible
insistente e increíblemente
como si un dios caprichoso que nos aprecia
no quisiera que nos los perdiésemos.
Y tan intensos fueron
que empiezo a pensar que tal vez sea yo
el que debe convertirse
en tierra, en lluvia, en aire, en sol,
para poder ser algo contigo
porque mi fuerza me lleva hacia allí.

Porque esta mañana me he dado cuenta
de un detalle, que es mínimo,
pero que de alguna forma me justifica.
Y es que aquellos que tú recordabas
eran los nombres de mis padres.

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