jueves, 9 de agosto de 2018

CVII

Ahora mismo estoy soñando que sueñas conmigo
mi sombra es la luz de tus pasos,
y creo que sé qué me ha llevado hasta tu puerta.

En tu sueño trato de despertar,
pero parte de lo que bebes me ata,
y así algo dentro de mí se apaga,
entonces intento esconder las manos,
creyendo que podré tocarte después, o algún día,
y tú me sujetas y me recuerdas:

"puedes hablar con cadenas de plata,
puedes hablar con cadenas de oro..."

Pero cuando me levantas yo ya estoy suelto,
y soy yo el que te despierta a ti,
y loco te abrazo, siempre volviendo.

viernes, 15 de junio de 2018

CVI

El dios de este río desea nuestra desgracia, pero eso no debe preocuparnos, Clito. Aunque todos los dioses menores se propusieran desfavorecernos nuestro destino último siempre sería grandioso, pues Zeus altitonante nos sonríe.

Ve, avisa a Sócrates y Amintas, que ellos iniciarán el ataque contra los jinetes de Arsites. El ejército que enfrentamos obedece a pasiones primarias. Se lanzarán sobre la ile como buitres, abandonando la formación, y es entonces cuando nosotros cruzaremos río arriba. Sin disciplina no somos más que animales.

Por eso, corre, Clito, que preparen bien los caballos, la otra orilla es empinada y no esperarán que pasemos por aquí. Si los ancianos de Lámpsaco no mentían, el río no cubrirá mucho más de nuestra cintura. Pero me intriga lo que pueda hacer Memnón, esa serpiente sabe de mi padre en Beocia y esperará una trampa. Por eso cuando crucemos representaremos su terror, habrá que neutralizarlo el primero; los barreremos desde el flanco hacia el centro, atravesando su línea, que reine el pánico.

Debemos ser implacables y descabezar cada satrapía. En cada hueco que yo vaya abriendo buscad a los comandantes, acabaremos con cada general que encontremos: Arsames, Mitrobúzanes, Espitrídates... todos deben caer, cuando los hombres pierden el orden se los come el miedo.

Algunos creen que el destino me será propicio sólo por ser descendiente de Aquiles, el de los pies ligeros. Pero no.

Míralos, concéntrate en sus rostros; parecen guerreros, sin embargo no estarán tan dispuestos a luchar cuando me vean acercarme, cuando puedan oler mi sudor y vean mi sangre, me miren a los ojos y sepan quién soy, cuando de veras entiendan a qué he venido. Pero recordad que con los persas deberéis ser compasivos en la victoria, pues pronto formarán parte de nuestro reino, y serán nuestros iguales. Cuánto se equivocaba nuestro maestro estagirita sobre estos bárbaros.

¡Maldito sea el nombre de Memnón, ese isleño traidor y fratricida que se esconde detrás de una higuera!

Marchemos, compañeros, tiñamos el río con nuestra sangre. Todo sacrificio agrada a Hades. Y no temáis al infierno, pues es sólo un lugar donde está también la persona amada, pero ella allí no nos corresponde.

Lo único que importa es la audacia, sólo existen la valentía y el Honor. La paz no es una opción. La belleza tangible es efímera, la huella del alma es duradera. Únicamente el furor hace inmortales a los hombres. ¡Hefestión, reúne a los compañeros! En la retaguardia persa esperan doce mil mercenarios griegos, traidores que por oro aqueménida matarían a otros helenos. Quieran los dioses que tu lanza atraviese a tantos como veas. Llevará tiempo pero hay que acabar con todos, no podemos permitir que haya otros griegos junto a Darío. Yo estaré como siempre a tu lado, matando como pueda, secándome su sangre de los ojos, ignorando el dolor de mi cuerpo. No hay perdón, no hay piedad posible, hemos de dar ejemplo. A matar, a morir. Que no nos tiemble el pulso, asegúrate de que la inocencia no sea discriminada.

Eso sí, sé que hay algo grande que debemos hacer, cien ríos más allá de éste, más allá de las montañas por donde sale el Sol... Yo conozco mi destino, pero hay quien por no saber aceptar lo que la fortuna le ofrece duda de pronto y rechaza lo que se le estaba entregando. Y así lo dejan a uno... desatado, suelto, pero con una fuerza dentro que se desborda y que no hay dios que la contenga, en este mundo mezquino que nos consume y se nos traga a pesar de nuestros esforzados sueños. Así que me vais a soñar, todos vosotros y los que nazcan después de nuestra muerte... ¿Quién más quiere vivir para siempre?

¡Ay de nosotros, Clito! Huyamos de la riqueza y del amor, huyamos de todas las cosas en la vida que destruyen a los hombres. Matemos, y que nadie conjure el método de nuestra ferocidad. Quiero morir, quiero morir, Clito. ¿De qué sirve vivir si uno no es un dios?




Fuentes:
Desperta Ferro Antigua y Medieval, nº 27, "Alejandro Magno (I) De Pella a Issos"
Bar del Infierno, Alejandro Dolina

sábado, 9 de junio de 2018

CV

Yo era el alumno y el maestro,
era el Sol, la Luna y la rama,
el río, el muro y la puerta,
todo dormía en mi interior.

Me enamoré de mí al verte.

Me iluminé por dentro estando contigo.

sábado, 21 de abril de 2018

CIV (Túneles)

"La montaña es la montaña"
Luis Alberto Spinetta, Pelusón of Milk

Más allá de la montaña como figura poética o de transformación personal en las grandes religiones monoteístas, se han dado a lo largo de todo el planeta culturas que conocían el innegable poder de la roca y el lodo.

Las propiedades ctónicas de cuevas, grutas y cavernas se nos hacen manifiestas como pasos naturales que transportan al que los cruza a un lugar más allá de esta realidad. Hasta un niño podría contarnos cómo el hecho de atravesar el interior de La Tierra lo transforma también a él dentro de su  propia mente, de cómo la experiencia del mundo percibido al otro lado es del todo diferente, a causa del cambio ocurrido en su propia percepción, el niño comprende, y sabe que el monte lo ha hecho brotar como lo hiciera su madre no hace tanto tiempo. Pero no es necesario recorrer una ruta espeleológica totalmente y puede ocurrir que el visitante, al asomarse a una oquedad en la roca y sacar de nuevo la cabeza, vuelva a un mundo que es casi como el que dejó al meterla... pero no exáctamente igual. Tal vez ahora su cuñado es presidente de su comunidad de vecinos, o su mujer es de pronto cándida y agradable, o aún no se inventó el yogurt, o quizá él está ahora más calvo de lo que recordaba.

Estos viajes a universos paralelos se dan innumerables veces a lo largo de nuestras ridículas e insignificantes vidas cuando cruzamos túneles en coche o en tren, y ello es debido a la influencia de las grandes masas de tierra sobre las partículas elementales del interior, ya que a nivel subatómico un electrón no es un "punto" sin estructura interna y de dimensión cero, sino un amasijo de cuerdas minúsculas que vibran en un espacio-tiempo de más de tres dimensiones; pero los cambios suelen ser tan mínimos que no solemos percibirlos. Así encuentran su explicación enigmas como los calcetines perdidos, algunos embarazos deseados y los típicos olvidos de tareas. Aunque, en honor a la verdad, es cierto que puede darse que atravesar el interior de una montaña nos lleve únicamente al otro lado, sin que nuestro mundo sufra alteración cósmica ninguna, aunque eso, como podría demostrar cualquier geólogo, es muy poco frecuente.

En el s.IV a.C, en la región bactriana de Kafiristán se realizó, por órdenes de los diadocos macedonios, un túnel de ochocientos metros de longitud que conectaría dos valles contiguos. Por lo complicado del terreno, las obras se prolongaron durante años, y muchos de los trabajadores murieron. La leyenda cuenta que, cuando finalmente terminaron el túnel, la cuadrilla que cruzó hasta el otro lado fue enviada dos mil trescientos años más allá de su tiempo. Al salir, las cosas que vieron les hicieron perder la cabeza, y hoy muchos de ellos están internados en un centro para enfermos mentales en Chitral, al norte de Pakistán, aunque es muy difícil distinguirlos de los cientos de locos que en la provincia conocen esta leyenda desde su infancia y al perder la cordura por otros motivos la adoptaron como propia.
Dos de aquellos trabajadores fueron sin embargo enviados una hora atrás en el tiempo, quedando así como Sísifo, eternamente atrapados en un bucle existencial en el que el resto de sus compañeros los obligan siempre a repetir el frustrante trabajo y a arrastrarse los primeros hacia la luz transformadora, imperturbable, que de nuevo los castiga sin escapatoria posible.

Los antiguos griegos creían en la existencia de los Ourea, dioses protogonos que habitaban las montañas, al estilo de los dioses fluviales, los Oceánidas. A menudo los describían como ancianos barbados sentados en la cumbre del monte que llevaba su nombre. Se ha postulado que estas alteraciones intraorogénicas podrían guardar relación con la influencia de los Ourea, que gustan de divertirse a costa de quienes visitan sus dominios, acaso sin haberles pedido permiso.
Kostas Papanikas, almacenero griego, cuenta que un día, mientras se dirigía a una reunión de egresados, entró con su coche en un túnel que atravesaba el monte Taigeto y llegó, tras largos minutos de conducción, hasta la fragua de Hefesto, de la que logró escapar a duras penas. A pesar de que Papanikas sigue relatando su historia a los pocos clientes que aún consienten en escucharla, y a pesar de su minuciosa descripción del zambo Hefesto y de los cíclopes y gigantes que le persiguieron a la carrera, nadie da crédito a su historia, pues es bien sabido que Hefesto poseía varias fraguas en Lemnos y en los montes Olimpo y Etna, pero ninguna cerca del Taigeto.
En el pueblo se rumorea que el almacenero se sentía avergonzado de su profesión y que modificó su ruta para que cruzara el monte Taigeto. Así esperaba disculparse ante sus compañeros egresados, asegurándoles que él era director de uno de los principales bancos del país, y que recién se había vuelto almacenero por culpa de los Ourea. No sería la primera vez que se intentan justificar malas decisiones vitales cargándoles el muerto a las montañas y sus propiedades transmutadoras.


Con la colaboración de Lt. Martínez

Fragmentos de:
"Desperately Seeking Superstrings", Physics Today, mayo de 1986, p.7.
"The trouble with Physics" 2007. ISBN 0-618-91868-X
"Dynamics of Complex Quantum Systems (Theoretical and Mathematical Physics)" 2nd ed. 2014
"Roberto Alcázar y el tejón de jade", 1898

domingo, 15 de abril de 2018

CIII

Detrás de un vidrio tintado nació mi amor,
los colores de la mañana transformaron el local,
el sonido de su voz me dio su forma sin verla,
y mi mundo giró aquel día, entre sus ojos.

En un trocito de cristal guardé ese amor,
y el rojo, el blanco y el castaño fueron los colores de la tarde,
y el aire se hizo de pronto duro al respirar,
porque mi mente ya sólo giraba, detrás de ella.

jueves, 1 de febrero de 2018

CII

Vuelvo de entre los vivos,
en la misma piel
pero aún más terso,
dentro otro cuerpo, inalcanzable, renovado,
con el corazón más duro incluso
ahora de piedra en agraz,
que esta vez ya no vibra
ni calienta.

Un premio con más zumo
pero también más capas y agujas,
sólo para quien no dude.
Y quien no quisiere recogerlo
se privará a sí mismo de esa luz.

martes, 30 de enero de 2018

CI

¿Qué haces mirando al cielo?
Ahí no hay nada para ti.
Mira en cambio cómo se escapan los deseos en el río,
mira cómo los amontona el tiempo.

Háblame hoy de tus manos, muchacho,
¿y cómo notas tus pulmones?,
¿sientes la mancha al respirar?,
¿no sientes cuánto se han manchado?

C

Me he deshecho buscando la cápsula que he perdido,
me ha enjaulado la distancia
que me separaba de la gente a la que quiero
sin ni siquiera saber que sentir, o si podía acaso sentirlo,
porque parece que nunca dependió de mí.

Una llave por otra llave,
pero eso no quita
que ella fuera lo primero en lo que pensaba al abrir los ojos,
y sus ojos oscuros me acompañaran siempre
antes de cerrar los míos.
Ahora que estoy enfermo
sé que lo peor no es quedarse ciego,
sino hacerlo sin que lo último que viera
fuera mi reflejo en los suyos.

¿Cuánto vale no poder olerte ni tocarte?,
¿cuánto vale no poder abrazarte?
Ojalá al menos hayas visto cuánto te quería,
siento que me lo estoy perdiendo todo.

Mi vida era aquella,
alguien me la ha robado,
y ésta que vivo ahora es la vida de otro.

Hay quien la habría tratado de atar a sí,
pero así habría dejado de ser libre,
y yo lo que amaba era un ser libre.

martes, 16 de enero de 2018

IC

Ayer ya no había mil caminos que se bifurcan,
ya no había mil puertas,
ya no había mil ciudades,
ni mil mujeres...

Porque la meta era aquella ciudad, allá lejos, en la que tú estás,
era la puerta que abre tu cuarto,
era un camino de tierra, mi cuerpo girando sobre el tuyo,
y algo enterrado entre las piedras.

Tú eras todas las mujeres,
todas las opciones juntas,
todas las variantes,
todo estaba en ti.

Porque aquel que vi en agosto no era otro cuadrado de luz en la noche,
de los miles que veo ahí abajo cuando vuelo de vuelta,
ese cuadrado era tu ventana,
esa luz venía de tu habitación y de reflejarse en ti.

"Baja hasta aquí,
baja hasta mí,
ven,
déjame desplegarte."

Yo aún no te conocía pero te vi, te tuve que ver y sentir,
y tú me oiste al pasar, tuviste que oirme,
y toda mi vida, todo mi viaje, y lo que soy,
estaba esperando abrazarte.


Pero me estarían fallando las sombras,
porque hoy el mundo es otro, de muros y elecciones,
y hoy despierto frío y desnudo en la orilla,
porque eso era un sueño, o era ayer.


Helsinki, enero 2018

XCVIII

Dos vidas se apoyan,
indefensas luchan juntas,
su enemigo es poderoso, implacable,
pero algo ocurre en los pliegues,
porque con un beso lo detienen,
porque en un abrazo lo deshacen,
y a veces, si tienen suerte,
el tiempo los deja en paz,
porque sabe que no puede con ellos,
porque saben que se tienen.