domingo, 9 de mayo de 2021

CIX

"Peaches in the summertime, apples in the fall..."

Recuerdo la luz de la isla, al sudoeste,
no podía dejar de mirarte,
ese día se veían los colores que llevas dentro,
tu pureza y tu bondad.
Fui estúpido entonces y durante meses, 
no sé, tuve miedo, no lo pensé bien, perdóname,
no até cada uno de mis dedos a tu pelo,
así habría perdido por fin las manos.

Cuando la conocí, ella vendía alcohol en un mercado.
fui buscando vainilla, pero encontré algo infinitamente mejor.
Yo venía del otro lado, de desdoblarme:
¿Se ha vuelto para mirarme?
¿Está viniendo hacia mí?
No la escuché decir en mi hombro:
"El mar, la torre, los papeles".

Años después, el circo había llegado a su ciudad.
Dejamos atrás la calle Aribau
y subimos juntos la montaña, huyendo de la gente.
Murmuré allí de rodillas el espíritu de mi voluntad,
que se cubrió luego en polvo y en lágrimas.
Ella estaba vendiendo todo lo que tenía
y se había helado por dentro,
y, aunque dijo que nos entendemos,
sentí claramente que yo solo soy quien la incordia.

La abrazo y le ruego,
pero, aunque me mira, ya no es a mí a quien ve,
hablo con ella, le explico y me oye, pero no quiere creer.
Yo aún siento que es mi compañera, pero he olvidado su idioma,
solo ladro mi amor como un perro,
y me voy haciendo cada vez más pequeño,
ella me mira esperando el momento en que me tenga que ir,
en que, al menos, no tenga que consolarme.
Qué situación tan patética, tan absolutamente mediocre...
No se puede encontrar sentido o belleza en algo así.

Han pasado muchos años,
pero yo aún puedo verte,
sentada frente a mí en el restaurante,
eres libre y tienes la mirada limpia,
el sol del acantilado se refleja en tus ojos,
tu pelo negro está suelto y tu piel tira de mi pecho,
llevándome tan lejos que acabo siempre perdido en ti.